lunes, 7 de noviembre de 2011

La carta en el relato corto

No espero respuesta

No era uno de sus mejores días, se levantó con una sensación extraña. En vez elegir la música que le apetecía escuchar… encendió la radio. Nada más oír las primeras notas supo qué canción era: “Ella”.
-             ¡Vaya! Hacía mucho que no escuchaba a Alejandro Sanz. ¡Qué recuerdos!.
Distraídamente iba preparándose el desayuno mientras decía la letra de aquella canción, que le transportaba a más de diez años atrás. Momentos difíciles de su vida en los que su corazón estaba triste, pero con un rayito de esperanza guardado en el fondo de su alma. Sonaban los últimos acordes de esa canción. Recordó que, escuchándola un día con Carlos, le había comentado que con cada mujer que había estado siempre terminaba pensando: “Y si… fuera ella”. Sonreía, él hizo que ese rayito de esperanza creciera, hasta llegar a su corazón y poner una nota de color, que tanta falta le hacía, para poder empezar a cambiar su pensar y su sentir.

A pesar de que, en aquel tiempo se bajó toda la discografía de este cantante… ya no le escuchaba. Había cambiado y mucho, aunque a veces se levantara como hoy, ya no dejaba que aquella melancolía ganara la partida, ponía una sonrisa y pensaba en lo que aún le quedaría por recorrer, que estaba segura sería bueno y, por supuesto, no dejaría de aprender con cada momento vivido. Estaba llena de energía, con unas ganas de vivir que nada tenían que ver con la sensación vivida con menos años.

        -      Eso no eran ganas de vivir, era prisa por vivirlo todo, esto es mejor. Saboreo cada instante. No entiendo por qué esa forma de pensar… cuantos más años, mejor es la vida y más ganas de vivirla.

Frenó sus pensamientos, otra canción volvió a recordarle a Carlos: “Black magic women” y, otra sonrisa se dibujó en su cara mientras movía la cabeza como negando.

    -         Qué cosas tenía, decía que esa canción la hizo Santana para mí, que si me conociera… me la habría dedicado. “¡Te la mereces a pulso!” dijo, lo recuerdo bien. -Por su expresión pareciera que estaba haciendo un meticuloso recorrido por aquel tiempo de ilusión, esperanza e incertidumbre-.

Y, ahí mismo decidió que le iba a escribir, contando qué… no lo sabía. Se encaminó hacia su ordenador  y se puso a teclear las letras en busca de lo que le quería hacer llegar.

Asunto: No espero respuesta

Hola Carlos ¿Cómo estas? Yo… ya sabes bien, siempre estoy bien.

Te preguntarás qué hago escribiéndote, pues ya ves, he sentido la necesidad de contarte ¿El qué?... No lo sé, es la verdad. Intentaré no extenderme demasiado, sé la pereza que te da leer.

A ver… ¿Qué demonios es lo que te quiero contar? Te juro que ¡yo he empezado esta carta por algo!.

No me preguntes por qué, según estoy aquí intentando responderme: Qué es lo que quiero, si solo necesito escribir aquí y, ni siquiera lo enviaré. He empezado a recordar.

Recuerdo esas madrugadas en las que me llamabas por teléfono, porque ya era mi hora de levantarme, y me despertabas con tu cantarina y dulce voz. Fue bonito, muy bonito vivir todo aquello. Era tan increíble y mágico lo que nos estaba pasando, que… pensaba no era real. ¿Qué pasó? Tienes razón cuando dices, que algún día podremos hablar y aclarar muchas cosas, entre los dos conseguiremos armar ese puzzle que se formó el día que decidimos separar nuestros caminos y, al final, todo encajará, estoy segura.

Seguro que tienes tantas preguntas como yo. Aunque… tengo mis temores, porque sé lo que me pasa contigo, sé que eres capaz tanto de sacarme la risa, del modo más fácil y natural… de inmediato; como de sacar lo peor de mí, rápidamente sin haber podido controlar el momento. Y es que, no quisiera perderte, me siento bien sabiendo que estas ahí. Es algo muy extraño esa conexión que hay entre nosotros. Yo no sé tú, pero yo… me lo he preguntado muchas veces ¿Qué será? Porque sé que no funcionaría, ni entonces, ni ahora ¿Entonces? ¿Qué ocurre entre nosotros?.

Me viene a la cabeza una frase, que he escuchado muchas veces cuando se quiere expresar algo parecido a lo que nos pasa, cuando dos personas no pueden estar juntas pero tampoco separadas: “Ni contigo… Ni sin ti” ¿Tú qué crees?
Recuerdo aquella noche en que nos amaneció hablando y hablando. Salí de casa con la sensación de que, tal vez… nos estábamos equivocando. Pero ya era demasiado tarde. Tú, ya habías decidido desde hacía mucho –creo que casi desde que llegaste- que esto no era para ti. Yo, había percibido –creo que casi desde la primera noche- que no serías feliz, por tanto no lo seríamos ninguno de los dos.

Debería releer la carta, tengo la sensación de haber utilizado muchos “peros” y sé que no te gusta utilizar esa palabra -¿Cómo dices? “Peros” siempre hay “Peros” ¿Por qué?”-. No lo voy a hacer, ahora mismo la voy a guardar y… ya veré qué hago, pero (jeje, pero… otra vez) si la envío, será sin leerla para no cambiar nada. Este es mi sentir y sé, lo leerás con tu cariño e intentarás comprenderme ¡Pues no pido! Algo difícil… comprenderme ¿Verdad?.
Bueno Carlos ya no te escribo más. Y recuerda, te quiero mucho, cuídate y sé feliz.

Besos.
Esther.

P.D.: Escucha una cosa, no tienes que contestar –si no quieres- total, puedes decirme lo que opinas cuando nos encontremos.


         Ahí mismo… sin más, la envió y, esta vez, eligió la canción ella. Otra canción que le dedicó él, hace tiempo: “Bella” también de Carlitos, como le llamaba. Diciéndola que era para ella y nadie más, por ser tan bella por dentro como por fuera.
-         Así es él –dijo con un movimiento de hombros-.


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