sábado, 1 de febrero de 2014

Amor




Limitamos esta hermosa palabra. Pareciera que solo existiera un modo de amar: romántico, nada más. Si interaccionas en tu entorno, utilizando palabras como: cariño, cielo, amor… provocas miradas de asombro, miradas interrogantes. Como si solo se pudiera utilizar estas palabras con tu pareja, tus hijos… tu familia o personas más allegadas –y en privado, pues pueden tacharte de empalagosa y cosas parecidas si lo demuestras en público-. Lo que me provoca preguntas: ¿Cómo es que no podemos ver esa palabra, esa acción; en su más amplio sentido de la palabra, de la acción?

¿Sólo podemos amar a una persona y del sexo contrario?
¿Y tan solo de un modo romántico?
Entonces ¿Qué es lo que sentimos, por ejemplo, por esa mascota que tenemos en casa? Considerado como un miembro más de la familia.
¿Qué sientes por tus padres, hermanos, hijos? Es amor, también les amamos ¿Solo podemos etiquetar una clase de amor… el romántico?
Si me pongo a analizar qué es lo que me provocan a mí estas preguntas, tendría que responder y sin dudar en la respuesta, que les amo a todos sin condición ni excepción. Hay más ¿No es amor lo que se siente al mirar un atardecer, un amanecer? No, ese sentimiento lo etiquetamos como admiración, belleza. Bien, pues llámenme rarita pero a mi me provoca amor, al igual que ver el bosque en otoño; del mismo modo, cuando me encuentro rodeada de un paisaje tan extenso a la vez que asombroso, en el que sientes la belleza de lo que te rodea, y esa conexión, es amor.
¿Por qué este símbolo solo lo relacionamos con el amor romántico?
 Llegados a este punto es acertado preguntar de nuevo ¿Qué es, entonces… el amor?
Si miráramos sinónimos de esta palabra, encontraríamos: Cariño, afecto, pasión, apego, ternura, amistad, intimidad, éxtasis, aprecio, estima, compasión. Tal sentimiento… engloba, todos estos sentimientos ¿Entonces… por qué lo limitamos tanto?

El tema es muy complejo, sin profundizar en él y así, a voz de pronto… es acertado decir que hay tantas formas de amar y ver el amor como personas. No quiero, con mi opinión, con mí sentir, condicionar nada; sino al contrario, hizo una bandera a favor, de ampliar nuestra perspectiva hacia la palabra amor, hacia la acción de amar.
Tampoco voy a hacer aquí una tesis sobre el tema, ni soy erudita ni quiero. Tan solo exponer una cuestión y luego… cada uno que reflexione –si le place- y saque sus propias conclusiones. De todos modos, este es un tema del que ya se ha hablado y se seguirá hablando… largo y tendido. Entonces… ¿Por qué hablar más de algo, que tiene tantas versiones de sí mismo?
Quizá porque para mi, esa acción es la más sencilla acción que puedo llevar a cabo en mi día a día. Tal vez, porque no veo que sea tan complicado el hecho de amar, como lo ven y viven una gran mayoría de personas. Es posible que sea porque veo demasiado a menudo, que utilizamos muy a la ligera la palabra de marras, a la vez… que nos asusta pronunciarla en nuestro que hacer cotidiano.
Sin duda, si nos amaramos más a nosotros mismos con nuestros defectos, complicaciones, malos momentos, si aceptáramos cómo somos en su totalidad –incluido nuestro aspecto físico, cuando éste no nos convence- entonces… sí, entonces podríamos amar, sencillamente. Sin adornar nuestros temores, egoísmos y demás sentimientos que nos llevan a creer que amamos algo que, como digo, lo único que hacemos es adornarlos con la palabra amor y así, terminamos diciendo un día que no vamos a amar más a nadie porque el amor se termina, porque no quieres sufrir más por algo que es tan efímero o frases parecidas ¡NO! El amor no termina nunca el amor tan solo, esta ahí y nosotros somos los que hacemos “sea”.

Queremos encontrar, lo que no buscamos en nosotros primero y es por ello, que no termina de funcionar esa relación de pareja, filial, con algún miembro de tu familia o cualquiera que sea esa relación que creemos nos une a alguien.
El amor no desilusiona, nos desilusionamos a nosotros mismos cuando rechazamos algo de nuestro “ser”. Y yo… pregunto ¿Cómo podemos pretender funcione cualquier tipo de relación que comencemos… cómo podemos querer que nos amen, si en principio, nosotros mismos, no nos aceptamos tal cual somos? ¿Cómo podemos aspirar a amar a los demás… sin amarnos, en primera estancia, incondicionalmente, a nosotros mismos?
Dejemos de limitar esta hermosa palabra. Podemos empezar por no limitarla con nosotros, con nuestro “ser en sí” y continuar viéndola como una simple acción hacia todos y todo lo que esta en nuestro entorno, así de sencillo es amar, si ponemos en ello, una mirada de tolerancia y compasión que iniciemos hacia nosotros en primer lugar. Así será, sencillamente, amor sin más.

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